Éste es el cuento que hicimos en base al tema que nos tocó, en mi caso: «La escuela abandonada».
La peculiar construcción de Norhocks.
Un día soleado en Norhocks, en el país de Solafiria. Norhocks tenía un lugar muy peculiar sobre la calle Nihídra y Sordá en el número 1500 y ocupaba toda la cuadra entera. Los cuentos de las personas que ahí residían expresaban que esa escuela abandonada cambiaba de tamaño. Este día soleado como ya habíamos mencionado, tres niñas se reunieron en una cafetería cerca de la escuela abandonada, tenían pensado adentrarse en sus misteriosos terrenos amplios y sombríos. Los nombres de las niñas: Emeli, Mara y Paulina; las tres de 9 años de edad que asistían a la primaria más lujosa de Norhocks. Sucedía que… el viernes anterior, la maestra Indira les había encargado que buscaran un suceso que les llamase la atención y escribieran sobre él, les había explicado que era mejor que vivieran la experiencia y con letras rojas en el pizarrón les escribió a todos sus alumnos: “No se metan en problemas”. Entonces ahora sábado las niñas habían pedido permiso a sus padres de ir al zoológico, como los padres estaban ocupados en asuntos “importantes” les dieron permiso y por supuesto dinero para que pudieran comprar lo que quisieran. Se citaron en esa cafetería, iban todas vestidas de cazadoras, una blusa beige con short café, mochilas con cuerdas, linternas y brújulas. No llevaban armas de fuego sino, armas blancas. Sus cabellos completamente recogidos y guantes de material que les permitía aislar sus pálidas y delicadas manos de cualquier sustancia.
Eran las tres de la tarde, dieron por hecho que no tendrían que tener problemas si entraban a la escuela a esa hora… hojas iban y venían arrastradas por el viento que corría un poco más fuerte cada vez, tal y cómo lo hace cuando comienza a entrar el mes de Octubre y el otoño ha llegado. Emeli, Mara y Paulina se detuvieron ante el sucio y oxidado portón de entrada y con sorpresa vieron que el candado estaba abierto, entraron sigilosamente y entonces… se dieron cuenta de que estaban en un lugar completamente diferente al que habían prejuzgado, contrario a lo que creían que iban a encontrar, la escuela por dentro estaba totalmente iluminada, corrían niños de un lado a otro, ellas se extrañaron porque en sábado ¿a quién se le ocurre ir a la escuela? Posteriormente una prefecta mal encarada se acercó a ellas y a jalones las llevó a la dirección. Emeli iba por delante, mientras que Mara se encargaba de decirle a Paulina que no había de qué preocuparse, que todo estaría bien. Paulina que era la más miedosa de las tres, iba temblando y más pálida que una hoja de papel, pero sabía controlarse y gracias a eso seguía andando tras las otras dos niñas y la prefecta.
Minutos más tarde, entraron en la dirección que estaba oscura y con un toque siniestro. Las paredes estaban adornadas con un tapiz muy raro, se notaba que casi no limpiaban ahí. Paulina entró en estado de pánico y se puso a llorar. Mara comenzaba a desesperarse por el olor a encierro y Emeli se limitaba a observar curiosamente el lugar. Se alteraron las tres cuando de pronto escucharon pasos acercándose y vieron una sombra con sombrero puntiagudo y algo que parecía una túnica. Inmediatamente apareció tras el escritorio una bruja de aspecto peculiar, no, no era una bruja con la cara deformada, era una bruja bellísima, muy pálida por cierto, tenía ojos azules, cabello rubio y una sonrisa que inspiraba a sonreír también. La directora las invitó a que pasaran a tomar refrescos y pastel, pero ellas se negaron porque recordaron el cuento de Hansel y Gretel, no fuera a ser que la comida fueran a ser ellas. Finalmente se disculparon y pidieron retirarse, a lo que por supuesto que la bruja les dijo que no. Les dijo que habían entrado en su territorio y que por lo menos tenían que pasar unas cuantas horas ahí porque hacía muchísimo tiempo nadie los visitaba. Emeli, Mara y Paulina se miraron con expresiones y pensamientos parecidos, lo único que querían era salir de ese lugar y ojalá nunca se les hubiera ocurrido entrar. Estuvieron pensando una forma de escaparse hasta que vieron que la prefecta mal encarada volvía con un hacha de tamaño gigante, se acercó a ellas de manera amenazante y la lanzó hacia sus pies. Las tres niñas chillaron del susto.
Enseguida la voz de la bruja directora volvió a entrar y les dijo que antes de irse tenía que hacer algo con los alumnos de esa escuela. Paulina preguntó si tenían que matarlos con el hacha o algo así, pero no, no era esa actividad descabellada lo que tenían que hacer. “En realidad, quiero vayan al segundo piso y que una a la otra se maten, la última que quede, será la asesina y suicida” fue lo que dijo la bruja.
Así que Emeli, Mara y Paulina echaron a correr lo más rápido que pudieron hacia la puerta que indicaba la salida, habían olvidado que iban como cazadoras y que al menos llevaban armas blancas. Habían olvidado que tenían bastante dinero en sus bolsas y que podían hacer un “trueque” para poderse ir. Pero lo que ahora resonaba en sus cabezas una y otra vez y se repetía la imagen mental era: “No se metan en problemas”. ¿Y ahora qué iba a pasar con sus vidas? ¿Qué iban a decir sus padres?, bueno a esta segunda pregunta quizás no dirían nada porque ni siquiera habían puesto un poco de vigilancia a dónde iban sus hijas.
Habían llegado a la puerta sucia y oxidada, sorpresivamente el candado estaba abierto, pero de un color rojo, Mara lo agarró para poder salir de ahí, pero no pudo quitarlo porque estaba muy caliente, gracias a sus guantes no se quemó mucho, pero habían quedado completamente inservibles. Estaban ya desesperadas y gritaban hacia la calle, bueno, a donde se supone que estaba la calle porque la verdad es que no se alcanzaba a distinguir ni un poco de gente, ni el color grisáceo del pavimento, ningún carro pasaba por ahí, realmente parecía que se habían transportado a otra dimensión. La prefecta mal encarada se volvió a acercar con el hacha y detrás de ella la directora bruja, un poco más atrás una niña con un vestido rasgado y finalmente una mujer de cabellos chinos, cuya figura era bastante conocida pero poco se alcanzaba a divisar. La prefecta les lanzó el hacha nuevamente, las niñas la rechazaron. De repente la mujer de cabellos chinos se acercó y les dijo: “¿Saben lo que están haciendo?” Las niñas sin más remedio se abrazaron y comenzaron a explicarle a la mujer que era una tarea de la escuela, que la maestra les había dicho que escribieran una experiencia y que también les había dicho que no se metieran en problemas. “Ah, ya veo…” fue lo que dijo la voz y se empezó a aclarar la figura de la mujer de cabellos chinos. Sí, era la maestra Indira, de los otros lugares comenzaron a salir otros compañeros, la bruja directora se quitó la máscara y era la madre de Emeli, la prefecta mal encarada era la madre de Mara y la encargada de la decoración había sido la madre de Paulina junto con la maestra Indira. Todo había sido una farsa ¿y todo para qué? Muy bien, aquí va la explicación.
Resulta que semanas atrás, Emeli, Mara y Paulina habían estado diciendo bastantes mentiras y habían metido en problemas a otros compañeros y compañeras, habían estado abusando de la confianza de la maestra Indira y de la de sus padres, por eso esta última vez, la pequeña comunidad que las rodeaba, había decidido darles una lección sobre lo necesario que es siempre decir la verdad. Efectivamente, las niñas habían comprendido el mensaje, pero les resultaba frustrante que incluso sus propias madres se hubieran puesto de acuerdo para hacerles pasar por todo aquello. Afortunadamente, al crecer, Emeli, Mara y Paulina, se dieron cuenta de que si no les hubieran enseñado el valor de la honestidad, sus mentiras hubieran ido creciendo y creciendo hasta convertirse en una enorme bola que las iba a aplastar y asfixiar porque eso es lo que le sucede a las personas mentirosas, sus patrañas crecen más que ellos y al final cuando de verdad necesitan decir algo importante NADIE les cree.
De la escuela abandonada, se seguían diciendo mitos, sobre que cambiaba de tamaño, sobre que ahí asustaban y otras cosas, pero finalmente, los mitos son parte interesante de la cultura de un lugar e incluso son atracciones para la gente que le gusta lo inexplicable. Por eso esta peculiar construcción, siguió existiendo como el atractivo principal de Norhocks.
jajja buyy bueno pero crei que la bruja se comeria por lo menos a unaa de las 3 u____u jajaj
¬¬ era «Muyy» buenoo…